Irse para olvidar


Mantienes la cabeza recostada en el vidrio, mientras el tren se pierde en las profundidades del túnel que nos lleva a ninguna parte. No has notado mi presencia. Cuentas las gotas que caen derramadas por el ventanal y dibujas con tu mano una nube que cubre el sol. Siempre te han gustado las nubes. Recuerdo la emoción cuando te regale un papel que decía tu nombre y el mío, conectados por un pedazo de cielo, lo pegaste en el techo, así que cada noche antes de dormir mirabas arriba y sabías que íbamos a permanecer unidos, aun, cuando yo no estuviera.
El túnel se abre de nuevo la luz que había estado divagando alrededor de la montaña. El paisaje es frondoso, las montañas son rojas, verdes y moradas, estamos en un lugar donde las estaciones son distintas, donde llueve hacia arriba y los silencios cantan.
El dibujo se ha hecho real. La nube se ha ido flotando y el sol ha empezado a bailar. Sonríes. Sabes que este mundo de en sueño es el mismo que pintaste en una clase de primero, que tu madre guardo en un cuaderno y que encontraste el día que la despedías en el cementerio. Este es tu lugar feliz. Donde tienes tu ser como arquitecto del mundo, en donde estas pintada hasta en las hojas.
El tren no se detiene, se alza en vertical hacia el cielo y pinta con su andar palabras en el cielo. Veo que es mi nombre, que alegría que la melancolía, no le ha puesto aun punto final a mi vida en tu vida.
Que bello tu rostro pegado al ventanal, que tenues los sueños que son felices, me aferro al vagón mientras se aleja de la estación y se pierde de nuevo en un túnel. Cuando salgas de el despertaras, cuando despiertes, me olvidaras.

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